Sin duda vale la pena exprimir un fin de semana intensísimo como el recién vivido por nuestro Coro Rociero de la Borriquita.
Permitidme que hoy os hable desde la parte más silenciosa de nuestra labor musical. Desde esas sensaciones en silencio de las que nos empapamos y percibimos y que van más allá de un tono bien afinado o unas palmas a compás.
Comenzamos el pasado viernes día 9 con la segunda presentación de nuestro doble cd “Mañanas de Primavera”. ¿Cómo lo vivimos? Relajados, satisfechos y disfrutando al máximo de una recompensa al trabajo de tantos meses tanto a nivel musical como del espectáculo propiamente dicho, pero aquella mágica noche nos regalaría algo más…
Defendimos con uñas y dientes ese proyecto que tantos desvelos nos había creado y sin darnos cuenta aquellas tablas se nos estaban llenando de vida de otros que disfrutaban tanto o más que nosotros.
Vida de mano de una niña de apenas 3 años que lanzaba sus pequeñas manos al aire para hacer palmas a nuestro son y batallando con su madre en butaca porque también quería bailar.
Había vida en los ojos emocionados de unos desconocidos que tras haberse desplazado 200 kms también cumplían su sueño de estar aquella noche junto a su Coro.
Hubo vida en la garganta emocionada del secretario de la Asociación de Daño Cerebral de Córdoba, con la que hemos colaborado en nuestras presentaciones, cuando con lágrimas nos reconoció que habiendo tenido que dejar de hacer el camino rociero físico con la Hermandad del Rocío de Córdoba por motivos de salud, aquella noche habíamos conseguido revivirle con nuestro espectáculo aquellos maravillosos años llegando hasta su Blanca Paloma. Sin duda, fue un viernes que mereció la pena.
Sábado 10 de Diciembre, cuerpos cansados no, agotados. La cena y posterior celebración entre amigos de nuestro “Mañanas de Primavera” hizo honor a su nombre por las horas de recogida… pero en este caso serían “de invierno…” Sin más que añadir: una noche inolvidable.
Pero el coro tenía compromiso en Ciudad Real, en el Certamen solidario organizado por la Hdad. Ntro. Padre Jesús Nazareno a beneficio de la bolsa de caridad de la Hdad.
¿Salida de nuestro autobús? A las 16.00h. A todos nos faltaban horas de sueño. Algunos valientes por descontado por la “suerte” de una mañana de trabajo en sábado, y otros, por aquello de no saber parar a tiempo, jaja, pero todos, todos, estábamos allí, incluso los que por motivos de salud de última hora no pudieron finalmente acompañarnos. Todos preparados para 2 horas de bus y sin duda de nuevo, merecería la pena.
Mereció la pena llegar a un salón de actos donde personas que apenas si te conocen lo primero que te regalan es una sonrisa nerviosa de emoción y un: “Gracias por estar aquí esta noche, no sabéis lo que significa para nosotros. ¿Qué necesitáis?”.
Merecer la pena es sentirte bendecido por las palabras de un grupo de monjas, que nos encontramos mientras calentábamos voces, pertenecientes al colegio donde nos encontrábamos, y que muy por encima del hábito que portaban, que también, merecieron nuestro respeto por aquel sencillo y humilde: “sois la juventud que abre el camino, gracias por regalar al mundo vuestra alegría”.
Un certamen precioso, disfrutado, cuidado y musicalmente perfecto junto a los compañeros de Mazantini, pero sin duda, un certamen donde nuestro altruismo finalmente se vio recompensado sin solicitarlo por la amabilidad, atenciones y cariño sin precedentes de todos los buenos, ya amigos, que en ningún momento nos dejaron solos y nos mostraron con humildad y entrega el espíritu solidario e infatigable de una Hdad. en una ciudad donde no siempre es fácil promover lo que en el Sur damos por sentado a diario. Gracias a todos, Jorge, Javier,… porque mereció la pena llegar a casa rondando la 01.00h de la madrugada con el dulce sabor del chocolate de aquellas palmeras caseras, pero sobre todo saborear aquel mensaje de texto de madrugada de preocupación por nuestro viaje de vuelta (y niebla) a Montoro. Gracias. Mereció la pena.
Domingo 11 de Diciembre, quedada a las 11.00h para calentar voces porque nuestro Concierto Solidario Anual para dar la bienvenida a la Navidad Montoreña esperaba.
Recogida de alimentos y juguetes para los que más lo necesitan. Por supuesto que merecería la pena!
De nuevo, niebla, frío en gargantas algo tocadas, más falta de horas de sueño, ojeras, contratiempos de vestuario de última hora pero: SONRISAS Y ALEGRÍA, ÍBAMOS A DISFRUTAR NUESTRO CONCIERTO DE NAVIDAD EN MONTORO. “Blas, por favor, ponme media de jamón y una copita de agüita de esas que aclaran la garganta y nivelan el pH!”. Listos. A disfrutar.
Parroquia de Ntra. Sra. del Carmen. Misa de niños a las 12.00h. Y al terminar, comenzaría nuestro concierto.
Miradas inocentes que buscaban la complicidad con nosotros. La ilusión de una niña que perdía su mirada en las manos de aquella otra niña, ya casi mujercita, que tocaba el pandero con energía y vida! El mismo revuelo de vida e inquietud que acababa provocando un susurro a mamá para decirle “yo quiero tocar eso también, mami”.
Regalo para el alma eran aquellas sonrisas tímidas llenas de ilusión al tararear algunas de nuestras letras y saberse protagonistas de un día donde aquel juguete o kilo de alimento que ya habían depositado los enseñaría sin darse cuenta a conocer lo fácil que es ayudar a los demás.
Mereció la pena leer en el rostro emocionado de nuestro consiliario la fe, el amor, la humildad, la palabra de Dios misma que nacía de sus ojos mientras nos escuchaba junto a ese Niño Jesús al que “rezábamos cantando”.
Las 14.00h. Antes de irnos a almorzar nos quedaba aún por alimentar un poquito más el corazón con la recompensa de compartir un ratito cantando a nuestros mayores de la Residencia Jesús Nazareno de Montoro.
Nuestros abuelos llevan toda una vida de entrega y dedicación a los suyos, y aún todavía, cuando parece que ya no tienen nada que ofrecernos, consiguen hacernos sentir unos privilegiados por poder compartir esos momentos de ilusión y alegría con ellos.
Vale la pena aprender de cada sonrisa, apretón de manos, ojos que juegan viajando por los mil colores de nuestras faldas flamencas que les hace sentirse vivos recordándose a ellos mismos “cuando moceaban”. Hay vida en lo que hacemos y merece la pena aprender del esfuerzo a veces sobrehumano, por culpa de una salud complicada, de acompañarnos a cantar ese “ande ande ande la marimorena…” porque nos golpea la realidad por la que luchar para tener presente que jamás, jamás hay que rendirse, sino valorar lo que tienes muy por encima de todo.
Comimos en torno a las 16.30h del domingo y algunos cogimos la cama con ganas poco después, pero sin duda mereció la pena, porque como decían aquellas palabras ya al filo de la noche de mano de nuestro director: “Si a estas horas, después del fin de semana que llevamos a cuestas, solo estamos pensando en dar las gracias por lo bien que lo hemos pasado, que alguien me lo explique porque si no, esto es un sueño…”
Sí, un sueño hecho realidad por el que merece la pena seguir luchando… #SomosCRB. Gracias por tanto.